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¿POR QUÉ LO LLAMAN ESTADO CUANDO QUIEREN DECIR ESPAÑA?

Artículo publicado el 6 de septiembre de 2011 en EL PAÍS


    Debate de la reforma en el Pleno del Congreso
  •     Todas las cosas que se han dicho y escrito contra la reforma exprés de la Constitución son verdad: el procedimiento dista mucho de ser el más democrático posible pues se ha hurtado un gran debate nacional sobre la conveniencia de establecer en la Ley de leyes una cláusula de estabilidad presupuestaria; se ha orillado tanto a las Comunidades Autónomas como a los entes locales a los que afecta mucho; no se ha estudiado técnicamente el contenido del artículo 135 -ni siquiera con un informe urgente del Consejo de Estado-; una disposición tan abierta como el nuevo artículo es difícil que tenga efectos normativos, por lo que no se ve la necesidad de incluirla en la Constitución; no se comprende la urgencia de una norma que no entrará en vigor hasta 2020; se adopta por mandato de Frau Merkel y de los mercados financieros; constitucionaliza una política económica liberal; es triste que la primera mención que se hace a la Unión Europea en nuestro texto constitucional sea de esta forma, etc., etc.  

  • Palacio de la Asamblea Federal Suiza en Berna
  •     Evidentemente hubiera sido mucho mejor que nos hubiéramos tomado un tiempo prudencial para que las fuerzas políticas y sociales debatieran a fondo la idea, el Consejo de Política Fiscal se hubiera reunido media docena de veces, lo mismo que la Federación de Municipios y Provincias y se hubieran organizado otras muchas actividades, como unos cuantos congresos de especialistas, que podrían servir para evitar algunas de las inexactitudes que ahora se están diciendo, como que la cláusula de estabilidad presupuestaria sólo está en la Ley fundamental de Bonn, cuando los suizos la introdujeron en su Constitución en 2003 (con el expresivo nombre de “freno a la deuda”, Schuldenbremse) y está en casi todas las constituciones de los Estados miembros de Estados Unidos, seducidos por la teoría del premio Nobel de economía James Buchanan de establecer en la Constitución una cláusula de equilibrio presupuestario (Balanced Budget Amendment). 
  •     Con ser todas estas críticas ciertas, me parece que estamos olvidando la situación económica de España en el momento en que se adopta la reforma: si la casa está en llamas, no se le puede exigir a los bomberos que consigan un mandamiento judicial para entrar. Otra cosa es, lógicamente, que algunos de esos bomberos hayan contribuido con entusiasmo e incompetencia a prenderle fuego. O que, ajenos durante años al huracán que se aproximaba, no reforzaran el edificio estatal como sí hizo Alemania con su reforma constitucional de 2009. Exijámosles la responsabilidad que les corresponda por lo que hicieron o dejaron de hacer entonces, pero no por eso descalifiquemos ahora la cláusula de estabilidad presupuestaria. Creo que el juicio sobre ella debe responder únicamente a la pregunta ¿es útil para luchar contra la crisis económica? Como el Estado español necesita emitir deuda para seguir funcionando y ciertos inversores tienen la extraña costumbre de prestar dinero solo a quien se lo pueda devolver, parece que la respuesta afirmativa se impone porque establecer una norma constitucional que limite el nivel de deuda acumulada y el déficit anual va a contribuir a generar confianza en los mercados; de tal forma que el Estado tendrá más fácil obtener los préstamos que necesita y bajará el interés al que se le presta, esa terrible prima de riesgo que nos ha amenazado tanto este agosto que, si no hubiera sido por la ayuda del Banco Central Europeo, lo mismo estábamos ya en la UVI económica.
  •     Así las cosas, me parece que algunas de las críticas al procedimiento de reforma son exageradas, elaboradas un tanto desde el cielo de los conceptos del Derecho Constitucional y no desde la tierra de los problemas cotidianos. Si acaso, me parece que la gran crítica que merecen el  PSOE y al PP es haber presentado ellos dos solos la proposición de reforma constitucional. Por lo que sabemos, no intentaron sumar al resto de las fuerzas políticas, muy especialmente a CiU y PNV, tercera y cuarta fuerza del arco parlamentario ¿tan imposible era? En el verano de 1992 sí que se logró cuando fue necesario la reforma del artículo 13 y tengo para mí que no hubiera sido imposible ahora. Es verdad que con los votos del PSOE y del PP se logran sobradamente los tres quintos que exige la Constitución para su reforma, pero también es verdad que excluir a priori a un partido como CiU supone, en buena medida -tal y como ha señalado Duran i Lleida-, una ruptura del pacto constitucional. Quizás motivados por su mala conciencia o por simple ironía del destino, los redactores de la reforma han adoptado la terminología nacionalista en la que no existe la palabra España, sustituida por Estado: “El volumen de deuda pública del conjunto de las Administraciones Públicas en relación al [sic, no “en relación con el”, como enseña la Academia] producto interior bruto del Estado no podrá superar el valor de referencia establecido en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea”. Más de uno hemos sonreído al oír frases políticamente correctas como “Llueve sobre el Estado”, pero incluir una de ellas en la Constitución suena a broma pesada.

Comentarios

jc navarro ha dicho que…
¿Qué es más importante, el fondo o la forma?

Un saludo.
Juanjo ha dicho que…
Lo que es una broma pesada es que se pinte a los mercados como honrados e inocentes "inversores que tienen la extraña costumbre de prestar dinero solo a quien se lo pueda devolver" a los que hay que hacer todas las concesiones habidas y por haber con el único fin de "generar confianza". Llegará el día en el que si hay que tirarse por un barranco para generar confianza allá que iremos... y encima la confianza no acaba de llegar... primero fueron los recortes de mayo de 2010, luego la reforma laboral (con el abaratamiento del despido), más tarde la reforma de las pensiones y como todo ello no era suficiente fuimos a por la negociación colectiva y de paso la extensión de los contratos basura. Y ahora la reforma de la constitución porque Merkel y el BCE lo ponen como condición inquebrantable para que el BCE compre deuda pública, algo que por cierto hacen todos los bancos centrales del mundo: comprar deuda de su país, la reserva federal no para de comprar deuda de EEUU y lo mismo el banco de Inglaterra. Pero parece que la maldita confianza no acaba de llegar y la prima de riesgo se vuelve a disparar, la reforma constitucional seguro que no será suficiente.. ¿qué será los próximo? Doctores tiene el mercado. Claro, uno tiende a pensar que la situación de España es poco menos que catastrófica y que es inviable mantener estos intereses sobre la deuda... pues resulta que España está pagando los intereses del año 2008 y que en todos los años anteriores se pagaba un porcentaje bastante más alto (¡En los 8 años de Aznarato los intereses de la deuda eran mucho más altos que los actuales y ello no era obstáculo para que España creciera economicamente!), de hecho nuestro Estado (o España, como quiera llamarlo) ha crecido desde el año 94 hasta el 2007 a una media alrededor del 3% con unos niveles de deuda más altos que los actuales, pagando más intereses por esa deuda y con déficit casi todos los años (muy superiores al 0'4 %). Cabe resaltar que en los tres años inmediatamente anteriores a la crisis tuvimos superavit presupuestario y un nivel de deuda de los más bajos del mundo occidental y ello no fue un obstáculo para la crisis más brutal que ha tenido nuestro país en las últimas décadas. Por lo tanto, resulta evidente que el déficit y la deuda no son tan trascendetales como los quieren pintar.
Juanjo ha dicho que…
Volviendo a su retrato de los mercados como gente que se limita a prestar dinero a quien se lo puede devolver, pues hombre, está muy bien vivir en Alicia en el país de las maravillas, pero hay que recordar que fueron esos mercados los que llevaron al sistema financiero mundial al borde del colapso allá por 2008... de hecho lo llevaron al colapso total, que se hubiera producido de todas todas si no llega a ser por la intervención de los Estados. Acuérdese que entonces eramos todos keynesianos,como antaño, desde el G-20 hasta Warren Buffet pasando por el FMI y por el ínclito Díaz Ferrán ("hay que hacer un paréntesis en el libre mercado"). Y allá que fuimos, a salvar el mundo y a "reformar el capitalismo", Sarkozy dixit. Para ello recurrimos al déficit y a la deuda, como no podía ser de otra manera. Lo que pasa es que las veleidades keynesianas nos duraron poco, lo justo para salvar a los bancos, al sistema financiero y para llevar a las economías por la senda del crecimiento. Alemania volvía a crecer a ritmo veloz y Francia no tanto, pero también y los mercados se lucraban a costa de la deuda pública y del BCE (préstamos al 1% a los bancos e inyecciones de capital por doquier), y entonces los guardianes de la ortodoxia económica volvieron a escena dejando por el camino los cadáveres de Grecia, Irlanda y Portugal y yendo al cuello de España e Italia. Consiguieron disparar los intereses de la deuda, se impusieron las políticas de ajuste y Stiglitz y Krugman pasaron a dormir el sueño de los justos (si es que alguna vez estuvieron despiertos). Ahora vemos las consecuencias de la obsesión por el déficit, las economías de todo el mundo se están estacando (Alemania incluída) y la recesión vuelve a llamar a nuestra puerta, eso sí, el Estado del Bienestar está siendo desmantelado en nuestras narices y el neoliberalismo campa a sus anchas ante la increíble complicidad de muchos intelectuales supuestamente de izquierdas que siguen llamando a generar confianza.Una confianza que en verdad no es tan poca, porque todo esto es una enorme mentira, España no tiene ningún problema para pagar su deuda, de hecho en todas las subastas del Tesoro la demanda casi que duplica a la oferta, lo que pasa es que está muy bien generar falsas dudas para que el interés aumente (un interés que como ya se ha dicho es uno de los más bajos de nuestra historia, a pesar de todo lo que está cayendo). Y luego están esas insolventes y peligrosísimas CCAA cuyos déficits son intolerables y su deuda poco menos que basura... pues resulta que las grandes fortunas no paran de comprar deuda autonómica, no existirán tantas dudas de la solvencia de las CCAA cuando los multimillonarios invierten su dinero allí. No tienen ninguna duda de que su dinero está a salvo y van a cobrar unos intereses más altos que en el mercado privado. Todo esto si que es una broma pesada y no la nimiedad esa de hablar de España o de Estado.
Krugman lo explica a las mil maravillas. http://www.elpais.com/articulo/economia/distraccion/mortal/elpepieco/20110906elpepieco_1/Tes
Agustín Ruiz Robledo ha dicho que…
¡Que alegría haber tenido un alumno que aplique tan estupendamente mis clases sobre la libertad de crítica, esencial en una sociedad democrática!
Renuncio a discutir por email. ¡A ver si en las vacaciones de Navidad coincidiéramos en Granada y lo hacemos delante de un buen vino!
Además de leer a Kugman, se le puede echar un vistazo a otros economistas. Aquí van tres:
http://www.iustel.com/v2/diario_del_derecho/noticia.asp?ref_iustel=1052063
http://www.cotizalia.com/disparate-economico/2011/verano-infartos-fraudes-20110905-5942.html
http://www.cotizalia.com/abrazo-koala/2011/kenneth-rogoff-crisis-actual-relacion-otros-20110307-5031.html

Un abrazo en serio,
Agustín
José S. ha dicho que…
Me gusta. Se nota que estás también en el suelo (o sea, que estás: la paloma de Kant soñaba con volar en el vacio pero eso es imposible, es necesario el aire para apoyar las alas) y no sólo en el cielo (usando tu metáfora). La política es inflacionista por su propia naturaleza y no viene mal una contención. Cierto que la norma es ambigua y ya sabemos como es, al respecto, la clase política española (seguramente terminarán abusando de ella). Pero al menos está. Tampoco me gusta y me parace incorrecta la referencia al Estado que figura en el artículo ya que, al fin y al cabo, el Estado es una estructura operativa, un medio, un andamiaje, pero nunca debe ser un fin en sí mismo (de ahí parte de nuestros males: el estatismo: el fin es el medio que desplaza al verdadero fin). Eso de referirse al Estado en vez de a España o la nación (en su primera acepción RAE), además de ser un error metodológico, es una alteración del lenguaje interesada y pacata. Y, al final, la elusión de España -como concepto- termina llevando a una forma de alteración del verdadero interés público (que es confundido, sin que aparentemente se comprenda porqué, con el interés de una estructura administrativa, bien es cierto que asistida cada vez por más gente).

Controlar el déficit es clave para hacer viable esto y disfrutar de verdadero bienestar (el que paga descansa y puede hacer y afrontar proyectos). Aquí, en cualquier familia, en cualquier empresa e, incluso, en la China Popular (como dijo uno refiriéndose a otra cosa). Duran i LLeida dijo el otro día que dos se habían puesto de acuerdo sin contar con los demás (¡dos! ¿cual fué el resultado de la votación?). Es fantástico como hasta los más sensatos alteran la realidad impasiblemente en determinadas circunstancias.

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