En octubre de 1975 llegó a mi grupo de COU del Instituto Padre Suárez un alumno rubio y muy bien parecido, de hablar desenvuelto y pronunciación del Norte que enseguida despertó la admiración de las alumnas del vecino Ángel Ganivet. Por tener, hasta tenía un nombre sonoro: se llamaba Emilio García Wiedemann. Lógicamente me pareció un pedante insoportable, un pijo que hablaba con gran suficiencia de la futura muerte del “dictador” y la democracia que vendría después. Poco a poco, esa forma de admiración torcida que es la envidia se trocó en admiración sincera y en deseo de conocer qué era aquella teoría del anarquismo que él reivindicaba con ahínco. Fue un curso apasionante en el que trabamos una buena amistad y en el que logró que anidara en mí una simpatía hacia el anarquismo que todavía pervive. Después cada uno tomó rumbos distintos y le perdí la pista, sin más noticia que la de saber que, tras estudiar Filología, andaba por Italia. A finales de la década de los noventa volvimos a encontrarnos y lo primero que le pregunté fue ¿sigues siendo anarquista? Su respuesta, acompañada de su seductora sonrisa, fue:¿sigue habiendo injusticias en el Mundo?.....
Artículo publicado en el Diario de Cádiz y los otros ocho periódicos del Grupo Joly, domingo, 7 de septiembre de 2008. VERSIÓN COMPLETA, la abreviada puede consultarse en: Granada Hoy El gran Jeremías Bentham teorizó en el siglo XIX sobre las dos perspectivas que puede adoptar el jurista en relación con la ley, la del expositor que cuenta lo que la ley dice y la del censor que señala sus fallos y propone su reforma. Desde que aprendemos en primero de carrera esta elemental diferencia, casi todos los juristas en activo adoptamos siempre que podemos la muy elegante segunda perspectiva, criticando con pasión los muchos y muy deficientes errores de nuestras leyes. Así, el Código Penal “de la democracia” ha sido tan vapuleado por la doctrina que he tenido ocasión de asistir a una brillante conferencia de uno de sus propios padres intelectuales cuyo tema central no era otro que... criticar el nuevo Código. Por eso, no es extraño que desde su aprobación en 1995 el Código Penal lleve ya v...
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