El director adjunto de El Confidencial.com nos ha pedido a varios profesores de Derecho Constitucional que contestemos brevemente a tres preguntas sobre una eventual independencia de Cataluña, con las que luego ha elaborado un artículo muy interesante que se publicó ayer, 17 de septiembre: “Los juristas avisan a Cataluña: quedaría aislada internacionalmente si rompe con España”.
No me resisto a copiar íntegramente aquí mis tres respuestas:
1. Si el Estado español se niega a negociar y a poner en marcha un proceso de reforma constitucional (habría que cambiar, al menos, el artículo 2 de la Constitución), ¿qué otras alternativas quedarían abiertas?
*El uso de la fuerza: el artículo 155 de la Constitución permite la "coacción estatal" y el 116 los estados de excepción. Claro que, a largo plazo, la fuerza tiene un problema, que ya le señaló Talleyrand a Napoleón, precisamente hablando del control militar de España: "Sire, las bayonetas sirven para muchas cosas, menos para sentarse sobre ellas"
2. ¿Sería posible que Cataluña declarase unilateralmente la independencia? En ese caso, ¿cree que lograría reconocimiento internacional?
*Esa es la teoría de algunos partidos independentistas: que el Parlament declare la independencia por sí solo. Su fuerza política dependería, en primer lugar, del número de diputados que la apoyaran porque no es lo mismo que fuera una decisión unánime del Parlament que solo por mayoría relativa. En cuanto al reconocimiento internacional, lo veo muy difícil porque los Estados actúan en el panorama internacional pensando en sus propios intereses y no se me ocurre qué Estados importantes podrían estar interesados en la independencia de Cataluña "por las malas", al estilo de Kosovo. Otra cosa sería, lógicamente una independencia pactada, al estilo de la división de Checoslovaquia.
3. ¿Bastaría con una negociación política directa entre el Estado y Cataluña, sometida luego a referéndum? ¿O, a su juicio, es imprescindible reformar la Constitución?
*En mi opinión, lo primero sería la consulta al pueblo catalán, antes de ninguna negociación; tal y como se hizo en 1980 y 1995 en Quebec. Por cierto, en ambos casos los quebequenses votaron, en contra de su gobierno, por seguir formando parte de Canadá.
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