La presentación del libro "La rosa y las espinas" de Alfonso Guerra, ayer 19 de septiembre en el Ateneo de Madrid, ha tenido una sorpesa agradable para mi: el autor se hizo eco de mi tesis del parlamentarismo difuminado, que se ha acelerado de forma exponencial con la pandemia. Vanitas vanitatum et omnia vanitas.
A partir del minuto 21. Texto transcrito por EL ESPAÑOL
El Parlamento ya no ocupa el lugar central del sistema político español que le atribuyó la Constitución de 1978. Mantiene su función de legitimación, pero ha perdido bastante de su función legislativa y su función controladora. Ha sido un profesor, el profesor Ruiz Robledo, quien nos recuerda que Winston Churchill advirtió que la Primera Guerra Mundial supuso un cambio fundamental en el derecho constitucional británico, porque dio un peso institucional al gobierno tan grande que no tenía con anterioridad.
Pues en España nos ha ocurrido lo mismo con la Covid-19, que ha tenido un efecto semejante en el sistema constitucional, que ha reforzado la tendencia a empequeñecer las funciones de las Cortes Generales, reducidas a poco más que a legitimar la elección del presidente del Gobierno y a apoyar sus decisiones con validando sus decretos leyes. 132 Decretos Leyes contra solo 116 leyes.
Mucho más decretos leyes que leyes. ¿Dónde queda la extraordinaria y urgente necesidad? Más de tres años hace que se levantó el último estado de alarma y podemos decir que se está confirmando la hipótesis.
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